Empezamos con la columna con una frase sincera pero acorde a la ocasión: "sí se nota ulceras, no es de quién las tiene, sino, de la sociedad" El señor Guaidó ha tenido que tomar acciones que a su conveniencia aseguran la salvaguarda y protección de su familia, quienes, él mismo ha declarado una preocupación muy grande de la que incluso poco puede comentar. Dicha preocupación posee una relación directa con el Gobierno de Nicolás Maduro, las amenazas directas que ha sostenido con los grupos opositores y especialmente con aquellos que han estado más presentes en la vanguardia política venezolana. Dicen los medios de comunicación qué "Guaidó no fue tratado con las condiciones que se recibe a un miembro político en Colombia, fue sencillamente negado y expulsado".
No obstante, el escape del señor Guaidó y su paso entre Venezuela, Colombia y Estados Unidos ha sido duramente críticado, especialmente por el carácter del presidente Petro quién señaló publicamente la forma en que Guaidó pasó sus fronteras, como también, el punto de vista político de un mandatario que muchos aseguran forma parte de la división castro-chavista por su afiliación e interés a grupos de guerrilla. Asimismo, respondió Petro que Guaidó pudo haberse quedado en Colombia, pero la realidad que objeta el político corresponde a la forma en que la misma persona cruzó las fronteras, sin un control migratorio que responda a las autoridades, es decir, alegando que no brindó un ejemplo acorde a otros pobladores y además se reservó el derecho declarar hechos frente lo sucedido en las amenazas a su familia, colegas de partido y amigos cercanos.
Parece que el Gobierno, quienes habían esperado con la voluntad firme la oportunidad de generar la estocada final a la historia del señor Guaidó, movimiento que solo se pudo efectuar cuando se logró la destitución del mismo como presidente o líder opositor, habiendo invocado los artículos correspondientes de la constitución. Es notorio -en tonos de opinión- respetar la integridad política de quienes involucrados en el artículo exponen su enfoque, por lo tanto sobre la balanza Guaidó y Maduro podrían nivelarse mutuamente, a pesar de las críticas, sin olvidar por supuesto, los crimenes de lesa humanidad, el narcotrafico y demás actividades que frecuentan los cercanos al gobierno de Maduro. "Esperaron el momento acorde para sacar a Guaidó, fue planeado, su destitución y ahora, su repentina expulsión".
A pesar de los argumentos que se conjugaban en el paso de la situación, el gobierno de Petro en Colombia decidió otorgarle la estancia provisional a Guaidó, de forma que no fue expulsado del país, mientras esperaba la conexión a su vuelo a los Estados Unidos, donde pretente ejercer nuevas labores a favor de la democracia con los grupos de venezolanos que se encuentran en el país. Del mismo modo, es muy temprano para platicar acerca de un próximo retorno del señor Guaidó a Venezuela, teniendo en cuenta que este movimiento dificulta en gran proporción su candidatura a las elecciones de años siguientes, es decir, su postulación se puede ver frustrada por los intereses del gobierno de Maduro, eliminando así a uno de los candidatos más fuertes dentro de los grupos de oposición. Por lo qué comienza una nueva etapa de Guaidó frente a Venezuela, Estados Unidos y el mundo. Todo este relato demuestra la alianza castro-chavista y comunista entre Maduro y Petro, como también el señor Maduro, quien no ha declarado en lo absoluto frente el caso de Guaidó y con mayor razón lo hace un foco de interés, en ocasiones el silencio dice más que el ruido. Es por ello qué en su discurso, pretende seguir sembrando flores en los campos, mientras amenaza de muerte a un candidato político, sus familiares, colegas de trabajo y amigos.
A.J Bravo
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