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Ni en los United, ni en nuestro país - A.J Bravo Columna de Opinión

 


   "Ni aquí, ni allá" dice el venezolano que emigra a duras penas huyendo de una dictadura. Pero las dictaduras y los gobiernos autoritarios son por supuesto a libre interpretación internacional, la opinión pública y las decisiones geopolíticas, las cuales no se miden por victimas sino por victimarios. En la actualidad -como he retratado en el titulo del artículo- "Ni en los United, ni en nuestro país". La realidad que encaran muchos hermanos venezolanos que deben abandonar el país norteamericano después de incluso haber hecho vida y tener estabilidad en un país que alguna vez prometió y cumplió sus expectativas."Me voy pa´ los United, allá tengo un primo" decía el venezolano común que lleno de esperanza proclamaba una nueva vida lejana de la opresión del señor Nicolás Maduro y su séquito mal apodado gobierno. Sin embargo en la actualidad dicha expresión no será nuevamente repetida, resulta sin lugar a dudas, claramente entendible, los venezolanos hemos perdido la patria -quienes me han leido con anterioridad conocen mi concepto de patria, y saben a lo que me refiero- en otras palabras ¿De qué me sirve la patria sí no puedo comer al medio día? ¿Cuál es la reconocida libertad que sembró Bolivar en tantos países hispanohablantes, sí yo como venezolano no gozo de libertad plena? un sueño que tristemente no es la realidad. 

    El gobierno del señor Trump ha llegado con intenciones de generar una revolución norteamericana: intereses en ampliar su territorio, intenciones de generar la mayor deportación nunca antes vista en los Estados Unidos y por supuesto encausar a su nación indiscutiblemente como la líder de las naciones del mundo, la primera potencia y la que siempre tendrá la primera y última palabra. Para sorpresa de muchos, el cambio de gobierno no significó las promesas que algún día se hicieron jurando en mesas y estrados. Trump tiene mayoría en el Senado y quizás pasarán años para que un presidente en los Estados Unidos vuelva a tener comparable poder. Los venezolanos pagan los platos rotos, lloran con la canción del bolero de boleros, quien siempre llevará por nombre, Javier Solís "El malquerido" por consecuente "Los malqueridos de America y el mundo".

    ¿Qué podemos decirle a María Corina Machado? quién en semanas anteriores aseguró haber hablado por vías telefónicas con el hijo de Trump, acaso -inquiriendo un poco- ¿sabía ella que todo esto ocurriría a su debido tiempo? Y no hablemos de Maduro -que no existe nada ejemplable para hablar- más allá de que se niega a recibir a muchos de los venezolanos que vivieron en los Estados Unidos. Por otro lado, España desea poder colaborar en esta grave situación , tal vez una posible remigración a países europeos pudiera ofrecer una mejor salvaguarda, no obstante, nadie está a salvo, ningún venezolano en el presente puede jactarse de estar en la nación norteamericana y tener seguridad o estabilidad al mismo tiempo; quien cometa tal acto de apatía hacia su pueblo tampoco debería merecer quedarse. Es cierto que el Tren de Aragua es reconocido mundialmente como una de las mafias más poderosas que se han enfrentado alguna vez en el continente; es cierto que muchos de ellos emigraron a los Estados Unidos de America, Chile, Ecuador, Perú y casi toda la región andina con impetus de apetito, criminalidad y conquista, pero también es cierto, que por unos, ahora pagamos todos. Con mis palabras pretendo hablarle al venezolano que alquiló su apartamento con esfuerzo, dedicación y lagrimas. Ningún hijo de la dictadura y me refiero a aquellos que nacimos en tiempos de robolución, podría argumentar y comparar su vida con aquellos que critican sin medir sus palabras y conciencias. 

    Me declaro abiertamente en contra de la criminalidad. Soy venezolano, soy de Aragua y también estoy tatuado, pero no soy del tren de Aragua, no me representan sus acciones y jamás he dado palabras que glorifiquen sus acciones. Al contrario, vergonzosamente cambio de tema cuando escucho de sus noticias y alborotos. Como venezolano, nacido en épocas de deliberación política y desorden público -cuidado, que no me refiero a sus canciones- reafirmo que muy pocos han vivido lo que mis hermanos venezolanos en todos estos años de dictadura y bochornos de poder hemos conjuntamente recorrido. La insensibilidad mira con ojos de rabia y resentimiento a lo que no comprende. Volver a nuestro país -amado en el recuerdo de que alguna vez fue- es irremediablemente con Maduro como presidente, un suicidio; emigrar a otro país, del que no se sabe dónde, será una aventura, y por último, esperar a que el señor Edmundo Gonzales o la señora Corina Machado reaccionen -por los vientos que soplan- será una eternidad. Mis palabras han sido siempre críticas, ellas duelen, porque tienen fragmentos de verdad, y la verdad, aunque duela, es necesaria.

Para ser humanos hay que hablar de humanidad. 

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